29/08/2018
La gloria desciende;
huele a lumbre el cielo.
¿un fantasma encendido
o el sol?
Lo celeste nos mira,
desde algún lugar
dónde pocas aves
y ningún campo de maíz,
dónde huesos secándose al sol.
En este universo
algunos hombres
y sus sueños,
solos como la humanidad,
de pie
le hacen rizos a la tierra.
En la noche larga del solsticio,
-que ironía, sol quieto-
la divina geometría,
languidece el día
¿Acaso está en huelga el horizonte?
La esperanza de los hombres
solos,
solísimos hombres que
en los cielos se funden
y ahora como pájaros en lo azul
se dispersan.
Y sus sombras
reflejadas por las aguas del río
escalan tras las nubes en el cielo.
Afuera del orbe
los congelados vientos
cómo sabuesos nocturnos,
insomnes eternos,
juegan entre fisurados astros.
La noche
gotea,
toda
entre
grietas
de luz.
El hombre
es
la sombra
penumbra,
borrosa silueta
de vida y muerte.
La gloria
desciende,
huele a lumbre
el cielo.
Enrique Soberanes
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