ceniza

martes, 5 de diciembre de 2017


Descendían sobre ti las hojas
sobre la orilla del río,
entre la niebla,
raíces que buscan convertirse en flor.

Hurgan la ceniza, tus ojos
entre esqueletos secos
a la orilla de un río que suena su garganta estridente
donde sangra el hombre y su lenguaje agonizante,
entre semillas de coágulos de sangre.

Beben tus ojos,
el vino que escurre desde las sombras.
Un vaso de lágrimas entre las tumbas,
los cuellos de niños entre las piernas,
la muerte arrastra su lengua
bajo el sol,
entre los filos de la sombra.

Las ciudades y sus ventanas
que brillan suaves entre arena.
Ceniza negra flota sobre los
pasillos de restaurantes donde sirven 
sus platos de polvo y yerba.

bajo la luz;
tal como lo recuerdo.
la luna reflejada en el espejo retrovisor.

Joven era yo para unas alas de tierra amasada,
ahora en mis pisadas el agua brota.
Y no, no hay nadie aquí.
Este cofre de mi cabeza...

Parpadeo y todo vuelve a estar bien:
el brazo del policía cercenado desde su linterna,
el pan inmerso en pólvora
los susurros sin labios,
la risa de los grillos,
los capullos en los ojos
la piel enrojecida, el frío y sus huesos crocantes,
los carros con sus llantas de terciopelo y los pies desnudos,

En el destierro del eclipse.
el tiempo se encorva
como garra de águila,
y se detiene donde el aire nos rodea los pies de nuevo.

Entre los muros de la ciudad las raíces se trenzan.
entre pieles y cueros cabelludos, otra vez.
El granizo amaina entre relámpagos.

¡Es ceniza, todo ello!

...
E.S. 

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