Hey,
fuego de golondrina
eterna muerte, ¿sabes?
urge del rocío
un cuerpo mudo,
mientras mira de noche.
Un rumor de flor rompiéndose,
¿por qué olvido?
sólo la sed y ningún encuentro,
niebla sonámbula en el
umbral: camino del espejo.
El silencio de las cosas,
la memoria de aquí y de allá,
del alba en las flores
de la memoria del agua.
La yerba crece,
al sol todos los instantes,
mi mente y sus pájaros
con jaulas pequeñas.
Te regalo sus vuelos,
los cantos mañaneros
y su silencio de tarde.
Te regalo lo que hay en mí y que eres tú.
Es tan lejos pedir. Mejor dar
e ir al fondo de las sombras.
Mi cuerpo ofrenda y templo.
Soy aquel que duerme con un mundo dentro.
Ya muerto me levantaré de mi cadáver
e iré en busca de
quien seguiré siendo.
he de volver a mis huesos: polvo,
he de
comprender alguna vez lo que dice mi voz.
Este lecho en donde todo sollozos
con la boca llena flores,
la memoria de un muro.
¿Qué haré conmigo?
Ella canta.
la respiración de un animal que sueña
muchachas
ebrias
hacer el amor y hacer la lluvia.
Las bestias del olvido
y su cofre de cenizas
se disuelven al viento,
y un sabor amargo
como de grieta en muro,
como la palabra nunca o
la palabra jamás
o
sencillamente fue.
Soy frágil :
tal vez un capullo
una jaula vuelta pájaro,
un silencio que se extingue
o se rompe,
un fuego, un beso.
E.S.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario