Los toltecas eran sabios,
sus obras eran buenas, convenientes,
todas bien planteadas, maravillosas...
Eran cuidadosos de las cosas divinas,
sólo un dios tenían,
lo tenían por único dios,
lo invocaban, le hacían súplicas,
su nombre era Quetzalcóatl.
Y eran tan respetuosos de las cosas de dios,
que todo lo que les decía
su sacerdote Quetzalcóatl
lo cumplían, no lo deformaban.
Él les decía, les inculcaba:
Ese dios único,
--dios dual: Nuestra madre, Nuestro Padre--
Quetzalcóatl es su nombre,
nada exige,
sino serpientes, sino mariposas
que vosotros debéis ofrecerle
que vosotros debéis sacrificarle.
Fray Bernardino de Sahagun
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