martes, 4 de septiembre de 2012




El Vampiro

Ruedan tus rizos lóbregos y gruesos

por tus cándidas formas como un río,

y esparzo en su raudal crespo y sombrío

las rosas encendidas de mis besos.

En tanto que descojo los espesos

anillos, siento el roce leve y frío

de tu mano, y un largo calosfrío

me recorre y penetra hasta los huesos.

Tus pupilas caóticas y hurañas

estallan cuando escuchan el suspiro

que sale desgarrando mis entrañas,

y mientras yo agonizo, tú, sedienta,

finges un negro y pertinaz vampiro

que de mi ardiente sangre se sustenta.

Efrén Rebolledo

1 comentarios:

Makeda dijo...

Genial.

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