Montaña
La montaña grande y sagrada
cómo embrujo o noche,
galaxia o
recuerdo sol.
Una estrella adherida a mi primogénita voz,
qué no llanto,
soy montaña y selva.
Mi cuerpo es tejido bello
raíces y flores meditando silencio,
el tiempo hila mis historias
y persiste conmigo la palabra de caña,
agua de fuego,
signo viejo,
entraña.
Persiste el canto del pájaro cósmico
en su vuelo sobre el dulce mar y sus tormentas.
Azucarada agua aquella
que brota de las mujeres
y sus faldas abiertas.
Piernas luz,
relámpagos conjuros
a los costados de mi cabeza.
El aire de mi ser es eterno,
Eolo , Ehecatl, la lluvia me abraza.
Se desgaja mi silencio mandarina.
Mi voz en humildad dice:
Soy hombre ,
Ser sintiente buscando a tientas el manantial de mi existir,
soy río aún intacto
que puede dar de beber,
aire que puede respirarse.
Un colibrí que bello es con su libre vuelo.
Este corazón me palpita
cómo aurora acelerada,
sobre el cielo nacen mis palabras
y arriba, más arriba ya no hay frío.
Pertenezco a la noche
fuera...
Y dentro soy luz
que se huye hurgando
su centro.
Detrás se queda el aroma agrio de mi cuerpo,
mi silencio, la imagen de mi sonrisa,
el olor a hierba que recién me nace.
Las flores me brotarán desde cada poro,
sobre los ojos y el pecho,
seré alfombra de vida,
horizontal vida
sonriente y quieta.
E.S.
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